Siempre que regreso a Francia pienso en quedarme allí una buena
temporada (últimamente pensaba que yo era el único en la familia pero
esta vez he visto que el gusto se extiende), entender cómo sería la vida
allí, hacerme de alguna manera a la idea de que debería aprender a
convivir con otro tipo de gente (principalmente el idioma... los
franceses no son tan distintos, y su burocracia parece similar a la
española... bueno, es cierto, aún más recargada y tranquila), una
cultura diferente y un modo de hacer distinto, a pesar de que "sólo"
separa la región donde suelo acudir a dejar atrás la rutina diaria, una
cadena de montañas (sí, de acuerdo, en algunos puntos sobrepasa los 3000
metros pero aún así...)
Bueno, al grano... durante una comida en Barèges lancé a
unos amigos la posibilidad de intercambiar durante un mes nuestro
apartamento en Madrid (nuestra vacaciones dedicadas por completo al
asunto) por el suyo en Barèges (haciéndonos cargo de la gestión de su
chalet de montaña), de forma que, a priori, y de la forma menos
traumática, podríamos conseguir de primera mano una muy buena idea de lo
que significa buscarse la vida allí en el negocio que en teoría nos
gustaría poseer, y que es similar a la gestión de una casa rural y todo
lo que ello conlleva. Así que ya nos veíamos el mes de diciembre
totalmente dedicado a la gestión del chalet, a cocinar, a recibir a los
invitados a la puerta del chalet entre la nieve, a quitar montones de
nieve con la pala, a esquiar con los invitados, etc... vamos, lo que se
dice un estúpido soñador.
Aunque mi idea surgió así, sin más, aparentemente
nada meditada, como una traición de mi subconsciente, de repente, y no
sé si muy en broma o muy en serio, fue recibida y entendida del último
modo, y la respuesta obtenida fue que el único problema era que cuando
ellos podrían dejar la casa un mes sería durante sus vacaciones, justo
el período en el que cierran... está claro que no van a jugarse el
negocio recién iniciado hace un año porque un español loco quiera
retomarlo durante un mes (inspiro poca confianza... quizás ninguna
jajaja...), y quizás los clientes salieran espantados ante mis
habilidades culinarias jajajaja (bueno, si en su mayor parte se trata de
clientes británicos, ¡mi cocina no debería ser un problema, todo lo
contrario!)
Bueno, yo solté la perla y me despaché a gusto, que es lo que quería, ¡qué cojones!
Pero,
de vuelta a La Mongie esa misma tarde, y después de presenciar el
fantástico espectáculo de la niebla más veloz que he visto en mi vida
remontando un valle, y mientras me zampaba una crépe con chocolate /
Nutella que no se la saltaba un gitano, y me bebía una Orangina, mi
mujer se descolgó preguntando al responsable del restaurante la razón
por la que la estación este año tenía tanta actividad y si era posible
establecerse allí y ganarse la vida de manera que no acabásemos comiendo
todos los días alpiste. Y es que aunque parece que aquella estación
empieza a desperezarse, como decía él, no debemos olvidar que está
situada a mucha altitud (cerca de 2000 metros sobre el nivel del mar), y
por lo tanto, lo normal es que el tiempo sea húmedo y frío (como ese
mismo día nos demostró, bajando la temperatura de más de 20ºC el día
anterior a los 10ºC de esa tarde... gracias doy por ello, escapamos
just-in-time de los 43ºC de Madrid)
Y respecto a otras conversaciones, destaco también
la mantenida con el dueño de la casa rural de Juillan, quien decidió
unirse a nuestro chapurreo en Inglés, Español y Francés que manteníamos
con una pareja (él de Israel, y ella de USA en su segunda luna de miel,
la primera disfrutada en México) durante la cena, y sinceramente, ante
su petición de que le tradujera al Inglés si él había hecho el servicio
militar en Israel (pregunta que me escamó, pues no me planteé
cuestionarle eso a este muchacho, a pesar de haberme confirmado que era
israelí, al igual que si me presentan una chica marroquí no la
preguntaría de saque si baila la danza del vientre y si come couscous),
yo le devolví la pregunta, y de paso le "sacamos" que él era militar,
que había comprado la casa rural mientras buscaban una casa más grande
en Francia (vivían en un apartamento en Tarbes), y que se habían
establecido allí a pesar de que les había parecido una locura (5 años
viviendo en la entrada de la casa en una "mobilhome", y reconstruyendo
lo que era una granja con ovejas y grano entre su mujer y él mismo). La
explicación de cómo soportó todo aquello (me refiero económicamente,
aunque físicamente entiendo que también fue complicado, bueno, aunque
nada considerando que este hombre llevaba más de 400 saltos como
paracaidista), estaba clara. Disponía de parte de su sueldo como militar
mientras podía dedicarse a otros asuntos (¡así también lo hago yo!...
bueno, no lo diré muy alto que yo no llevo tantos saltos)
Y por último, ¿qué contaros? Bueno, lo sencillo que
es meter la zarpa en conversaciones entre distintos idiomas y no digamos
culturas. Durante la comida en La Mongie con la pareja de Estados
Unidos, él comentó que su abuela había fallecido recientemente y le
había dejado un dinero en herencia. Ella comentó que "it was so nice of
her"... vamos, "fue tan bonito por su parte", a lo que apostilló
"oooops, disculpadme, me refería al hecho de la herencia, no a que se
muriera". En otra de las perlas, ella comentó que el abuelo de él fue
pastor, a lo que yo, perplejo, dije, ¡joder, vaya tío, pastor y
paracaidista! y estuve en un tris de preguntar, "oye, ¿y se tiraba con
las ovejas?" (pues el día anterior, él comentó que su abuelo, al igual
que el dueño de la casa en Juillan, era paracaidista), y claro, no cogí
la broma... se refería al aspecto Bíblico, en la que los habitantes de
Jerusalen ejercían de pastores.
Bueno, pequeños apuntes que han hecho de estas
vacaciones algo muy divertido para mi y que han demostrado una vez más
que viajar con un bebé de dos años no duele.