Sinceramente, me atrevo a afirmar que casi el 100% de los que habitualmente utilizamos Internet como herramienta imprescindible en nuestro día a día, ya veníamos utilizando este tipo de computación, pero es sin duda una estrategia a seguir y a tener muy en cuenta.
Echando la vista atrás, en el año 2001 vivimos el estallido de la burbuja tecnológica, las .COM y otras empresas cuya estrategia de negocio estaba fuertemente apoyada en Internet. Visto desde aquí, se me antoja como una explosión ficticia, estúpida y sin sentido común. Quizás los medios no hablan de ello como en su día se informaba de milagros como Terra, Yahoo, Google, etc., empresas que según esos mismos medios se soportaban en nada, y obtenían su dinero a imagen de la fiebre del oro tan bien narrada en los libros de Jack London.
Pues bien, esas empresas, aquellas que aplicaron sentido común suficiente, y que no sólo se quedaron a expensas de los inversores sin obtener un plan estratégico rentable (y ojo, hablo estratégico, no cortoplacista), siguen ahí, ofreciendo resultados relevantes para aquellos inversores inteligentes. Sólo hace falta mirar a Google, Twitter, etc., para identificar una buena estrategia.
Hoy, superado el insulso estallido, y lejos de verse empobrecida o retrasada la estrategia, el futuro está más que nunca en Internet. El nuevo modelo de cloud-computing está desde ya, dando respuesta a problemas ecológicos, concentrando millones de transacciones en centros de datos eficientes, mejorando la disponibilidad de los sistemas críticos, core de cualquier organización, minimizando el coste de inversiones en grandes servidores y redirigiendo ese dinero a otros fines, posiblemente más cercanos al objeto principal de la organización.
Los servicios avanzados que IaaS, PaaS o SaaS nos ofrecen, en distinto grado de madurez, son ya productos tangibles, que benefician a todo tipo de compañía y que desarrollarán tanto los años futuros dentro del mundo de la tecnología, como los nuevos puestos de trabajo por crear.
Empresas como Amazon, lejos de perder posiciones durante la particular depresión tecnológica, han expandido sus horizontes, y son ahora más si cabe que antes los principales jugadores de este sistema, líderes dentro de la nueva estrategia.
Ojalá España, y la UE en su conjunto aprovechasen la actual coyuntura económica y social para reforzar sus instituciones y no perjudicar a su sociedad, hecho que de momento no parece se esté realizando.