I just wanted to share lyrics from one of my favourite music groups, back in the 90's when all dreams where still to become true
"Put it on, don´t say a word, put it on, the one that I prefer, put it on, and stand before my eyes, put it on, please don´t question why, can´t you believe?
Something so simple, something so trivial, makes me happy man, don´t you understand? Say you will, just how easy, it is to please me. Because when you learn you’ll know what makes the world turn.
Put it on, I can feel so much, put it on, I don´t need to touch, put it on, here before my eyes, put it on, because you’ll realise, can´t you believe?.
Something so worthless, serves a purpose, makes me happy man, don´t you understand. Say you will. Just how easy, it is to please me. Because when you learn you’ll know what makes the world turn."
Küsse (Zaloette)
Tuesday, 19 January 2010
Sunday, 17 January 2010
Riaza
La Pinilla
Hola a todos!
Os envío las fotos de mi búsqueda del Paraíso Blanco. Esta vez me han llevado hasta La Pinilla, pequeña y coqueta estación de esquí por estar en un entorno lleno de naturaleza, rodeado de pinares, con preciosas pistas de esquí entre el bosque.
La siguiente foto la realicé desde el telesilla Express, que te lleva desde la cota 1500 (base) hacia el Gran Plató (cota 1800). El día de la toma, durante el mes de enero de 2010, teníamos -11ºC.
Segunda vista desde el telesilla.
Os envío las fotos de mi búsqueda del Paraíso Blanco. Esta vez me han llevado hasta La Pinilla, pequeña y coqueta estación de esquí por estar en un entorno lleno de naturaleza, rodeado de pinares, con preciosas pistas de esquí entre el bosque.
La siguiente foto la realicé desde el telesilla Express, que te lleva desde la cota 1500 (base) hacia el Gran Plató (cota 1800). El día de la toma, durante el mes de enero de 2010, teníamos -11ºC.
Segunda vista desde el telesilla.
Instantánea desde el Gran Plató, lugar desde el que parte la pista de El Retorno, preciosa, y donde está situada la zona de debutantes.
Una vista más de la zona del Gran Plató, en cota 1800.
Esta vista está captada desde la Pista de El Retorno, desde la que se ve al fondo el embalse y la zona baja de la estación.
Tuesday, 12 January 2010
Si no fuera por...
Si no fuera por estos ratos y esos otros (no tan amplios como desearía y que intento citar aquí) que paso con mi mujer, que disfruto de relajados paseos, del deporte del esquí que tanto placer me proporciona, de duchas calientes a media tarde en coquetos baños con espejos empañados y atmósfera repleta de vapor, del abrazo del albornoz, de lecturas abundantes de cualquier extensión y temática, de conversaciones interesantes donde abundan los juegos de palabras y las risas, de la espera ilusionada de un bebé, de viajes, de momentos dedicados a la preparación de un mínimo equipaje en mi mochila, de un caldo y un vino compartido en cualquier pueblo de la Sierra de Ayllón, de una Tartiflette en los Pirineos Franceses en medio de una nevada, de un Vin Chaud tras una gratificante jornada de esquí, de momentos compartidos con la familia, de unas improvisadas campanadas de Nuevo Año en la ETB con el anuncio de publicidad que me despistó enormemente, de unas competidas jugadas en la última consola de videojuegos que parece ser la compra de toda la familia estas Navidades, de ver mi patio nevado, de calzar las cadenas en mi coche, de madrugar tras una nevada nocturna, de un paseo de la mano, de un beso inesperado, de una palabra cariñosa, de una sonrisa, de un gesto amable, de encuentros fortuitos con excursionistas practicando esquí de fondo en medio del pueblo, de un coche que no frena ante una capa de nieve y que consigues controlarlo, de una conversación en un telesilla con el director de una estación de esquí, de un intento de ensayo narrativo, y de otras muchas que ahora no recuerdo.
En definitiva, si no fuera por estas pequeñas cosas y por las a veces pequeñas y a veces no tanto del baño, la vida sería una porquería.
En definitiva, si no fuera por estas pequeñas cosas y por las a veces pequeñas y a veces no tanto del baño, la vida sería una porquería.
Monday, 4 January 2010
La Creatividad del Viajero
Necesito viajar para escribir, absorbiendo imponentes escenarios, cálidos momentos, pintorescos paisajes y callados sonidos que me otorguen la capacidad suficiente para poner a trabajar a mi indecisa musa, embrión de mi humilde creatividad.
Mi escritura parte de una base de tiempo robado, la mayoría de las veces descuidado a otras actividades que a su vez son frecuentemente impuestas, y que cumplo quizás en parte por no salirme del guión que adivino preestablecido desde mi nacimiento y por el sentimiento de seguridad que me otorga su realización, al caminar por sendero conocido y no disponer del suficiente valor para emprender el mío propio, como he confirmado en una de las decenas de lecturas que realizo mensualmente (el tiempo que me permite la biblioteca de la ciudad donde resido).
Adoro la lluvia, la nieve, el frío, en definitiva aquellos elementos climáticos que sin ser radicalmente extremos, pues ante todo amo la vida, la mayoría de los seres humanos denominan “mal tiempo”. Sumergirse en ellos activa mi creatividad, eleva mi espíritu, y hace aflorar sensaciones completas de libertad. Ante ellos sueño, me encierro en miradas introspectivas, familiares y hogareñas; me hacen disfrutar, sentir, conectan mi ser con lo que probablemente sean nuestros sentimientos más primitivos y por lo tanto más humanos, como son el miedo a los citados elementos, la búsqueda de protección, la lucha por la supervivencia fuera de la metrópoli, donde la disputa se produce siempre por espacio, poder, dinero, bienes, status, en definitiva elementos todos ellos que necesito en su justa medida.
Por esta razón, a todos aquellos que se cuestionen mi sociabilidad, mi gusto por la montaña, la fotografía, la lectura, la contemplación, el pensamiento creativo, el paseo y la conversación, les diré que dejen de preguntarse por las razones que se esconden detrás de mis gustos, pues son razones sinceramente humanas, primitivas, dirigidas a la persecución de objetivos humildes, aunque no por ello menos apasionados, metas de felicidad absoluta.
Mi escritura parte de una base de tiempo robado, la mayoría de las veces descuidado a otras actividades que a su vez son frecuentemente impuestas, y que cumplo quizás en parte por no salirme del guión que adivino preestablecido desde mi nacimiento y por el sentimiento de seguridad que me otorga su realización, al caminar por sendero conocido y no disponer del suficiente valor para emprender el mío propio, como he confirmado en una de las decenas de lecturas que realizo mensualmente (el tiempo que me permite la biblioteca de la ciudad donde resido).
Adoro la lluvia, la nieve, el frío, en definitiva aquellos elementos climáticos que sin ser radicalmente extremos, pues ante todo amo la vida, la mayoría de los seres humanos denominan “mal tiempo”. Sumergirse en ellos activa mi creatividad, eleva mi espíritu, y hace aflorar sensaciones completas de libertad. Ante ellos sueño, me encierro en miradas introspectivas, familiares y hogareñas; me hacen disfrutar, sentir, conectan mi ser con lo que probablemente sean nuestros sentimientos más primitivos y por lo tanto más humanos, como son el miedo a los citados elementos, la búsqueda de protección, la lucha por la supervivencia fuera de la metrópoli, donde la disputa se produce siempre por espacio, poder, dinero, bienes, status, en definitiva elementos todos ellos que necesito en su justa medida.
Por esta razón, a todos aquellos que se cuestionen mi sociabilidad, mi gusto por la montaña, la fotografía, la lectura, la contemplación, el pensamiento creativo, el paseo y la conversación, les diré que dejen de preguntarse por las razones que se esconden detrás de mis gustos, pues son razones sinceramente humanas, primitivas, dirigidas a la persecución de objetivos humildes, aunque no por ello menos apasionados, metas de felicidad absoluta.
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