No era un niño común, la verdad. Bajo la inocente apariencia del típico bebé regordete, mofletudo, con escaso pelo rubio y sonrisa desdentada se escondía un pequeño ser humano vengativo, y en parte no le faltaba razón.
Todo empezó el pasado 20 de septiembre, cuando ella y él tuvieron su primer hijo. ¡Qué ganas de vivir la nueva experiencia! ¡Qué ganas de compartirla, de dar a conocer al mundo su dicha! Poco sabían que el pequeño bebé que obligado por las leyes inmutables de la Naturaleza a salir de tan húmeda y oscura cámara se convertiría en un enano rencoroso.
Las primeras noches ya daba que pensar, pues el comportamiento del pequeño al agarrarse al pecho de su madre mostraba a un individuo ansioso, egoísta, deseoso de venganza. Se sucedieron los iniciales ataques a pequeña escala, todos ellos disfrazados bajo el velo de la inocencia, el descuido, el desconocimiento del bien y del mal inherente a todo recién nacido. Así, caía un arañazo por aquí; después otro pequeño arañazo por allá; un vómito a traición; una micción inesperada salpicaba la cara de su padre; la siguiente aterrizaba sobre los pechos de la mejor amiga de su madre; los pañales amanecían una y otra vez impolutos, justo hasta que el responsable del cambio levantaba la protección y bajaba la guardia. En ese preciso instante el bebé atacaba sin previo aviso; los primeros días eran soportables… bueno, más o menos… insisto, todo parecían pequeños descuidos sin importancia, esfuerzos nimios en la limpieza del bebé, de la cuna, de la ropa de sus padres, del sofá, del parquet, de las paredes, las colchas, las sábanas… hasta ahí todo normal… o casi… pero a partir de la cuarta semana, el auténtico Monstruo Cadenas se hizo hombre.
Fue en la semana del 10 de octubre cuando aprovechando los momentos de descanso de sus padres, y protegido por la oscuridad de la noche, el pequeño escalaba hábilmente por el costado izquierdo de su cuna. Levantaba su cuerpito, erguía su cabecita, se aseguraba de que todo estaba en calma y se asía con fuerza a los barrotes de madera de su cuna. Poco a poco conseguía incorporarse, hasta asomar sus ojitos negros y fiscalizadores por encima del travesaño superior. No tenía ninguna duda. El momento era el adecuado. Se deslizaba mediante la técnica de “rappel” tan utilizada en el descenso del K2 hasta llegar sin ruido a tocar el suelo. Allí gateaba ágil hasta alcanzar la puerta de salida de la habitación, y continuaba arrastrando su cuerpito por el largo pasillo del hogar hasta alcanzar la cocina.
Alcanzada la cocina y con el objetivo a la vista (cuchillo panadero), acercaba la alta silla de acero hasta el mostrador del microondas, donde calentaba el café que su padre había dejado anoche tras la cena. Allí permanecía unos minutos, saboreando su biberón de buen café Saimaza y releyendo el periódico del día anterior (crisis, economía ecológica de ZP, oposición inexistente R!, su Atleti había vuelto a perder… joder, ¿qué iba a hacer?). Las cosas no tenían buena pinta y él no había solicitado ser traído de vuelta al mundo de las luces. Su experiencia anterior (octubre de 1492, muriendo de paludismo en la conquista de América como grumete en La Niña) no era positiva y no quería un regreso a un escenario de ese tipo. Al parecer y por lo poco que leía y escuchaba el siglo XXI no prometía grandes mejoras.
Desesperado, dejó el biberón de café a medio sorber y gateando sobre el mostrador accedió al afilado cuchillo jamonero (sí, este le pareció mejor que el dentado e inofensivo panadero). De nuevo, colgado del paño de cocina que pendía del tirador de la puerta del fregadero, repitió su impecable técnica de rappel según había visto en “Al Filo de lo Imposible”… bueno, su aventura asesina también tenía algo de filo… mucho de filo pensaba él… pero de imposible nada, era tremendamente real.
Gateó pasillo adelante, tanteando las paredes con su pequeño pie derecho envuelto en el pijama de felpa tatuado por doquier de ositos, patitos y otras zarandajas. Alcanzó la puerta de la habitación y allí dormían sus padres… ¡Un momento! Su padre no estaba… maldita sea se dijo a sí mismo el pequeño y pérfido bebé… ¿Papá? ¿Dónde coño está mi papi? No puedo culminar el asesinato sin él… y en esto estaba cuando “bang”, su padre apareció tras él y le sacudió un certero sartenazo en el occipucio que le dejó literalmente KO. El niño fue entregado al Orfanato Sisters of Mercy de Manhattan y nada más se ha vuelto a saber del bebé. Los padres continúan en paradero desconocido, asustados ante tan tremenda aventura.
Todo empezó el pasado 20 de septiembre, cuando ella y él tuvieron su primer hijo. ¡Qué ganas de vivir la nueva experiencia! ¡Qué ganas de compartirla, de dar a conocer al mundo su dicha! Poco sabían que el pequeño bebé que obligado por las leyes inmutables de la Naturaleza a salir de tan húmeda y oscura cámara se convertiría en un enano rencoroso.
Las primeras noches ya daba que pensar, pues el comportamiento del pequeño al agarrarse al pecho de su madre mostraba a un individuo ansioso, egoísta, deseoso de venganza. Se sucedieron los iniciales ataques a pequeña escala, todos ellos disfrazados bajo el velo de la inocencia, el descuido, el desconocimiento del bien y del mal inherente a todo recién nacido. Así, caía un arañazo por aquí; después otro pequeño arañazo por allá; un vómito a traición; una micción inesperada salpicaba la cara de su padre; la siguiente aterrizaba sobre los pechos de la mejor amiga de su madre; los pañales amanecían una y otra vez impolutos, justo hasta que el responsable del cambio levantaba la protección y bajaba la guardia. En ese preciso instante el bebé atacaba sin previo aviso; los primeros días eran soportables… bueno, más o menos… insisto, todo parecían pequeños descuidos sin importancia, esfuerzos nimios en la limpieza del bebé, de la cuna, de la ropa de sus padres, del sofá, del parquet, de las paredes, las colchas, las sábanas… hasta ahí todo normal… o casi… pero a partir de la cuarta semana, el auténtico Monstruo Cadenas se hizo hombre.
Fue en la semana del 10 de octubre cuando aprovechando los momentos de descanso de sus padres, y protegido por la oscuridad de la noche, el pequeño escalaba hábilmente por el costado izquierdo de su cuna. Levantaba su cuerpito, erguía su cabecita, se aseguraba de que todo estaba en calma y se asía con fuerza a los barrotes de madera de su cuna. Poco a poco conseguía incorporarse, hasta asomar sus ojitos negros y fiscalizadores por encima del travesaño superior. No tenía ninguna duda. El momento era el adecuado. Se deslizaba mediante la técnica de “rappel” tan utilizada en el descenso del K2 hasta llegar sin ruido a tocar el suelo. Allí gateaba ágil hasta alcanzar la puerta de salida de la habitación, y continuaba arrastrando su cuerpito por el largo pasillo del hogar hasta alcanzar la cocina.
Alcanzada la cocina y con el objetivo a la vista (cuchillo panadero), acercaba la alta silla de acero hasta el mostrador del microondas, donde calentaba el café que su padre había dejado anoche tras la cena. Allí permanecía unos minutos, saboreando su biberón de buen café Saimaza y releyendo el periódico del día anterior (crisis, economía ecológica de ZP, oposición inexistente R!, su Atleti había vuelto a perder… joder, ¿qué iba a hacer?). Las cosas no tenían buena pinta y él no había solicitado ser traído de vuelta al mundo de las luces. Su experiencia anterior (octubre de 1492, muriendo de paludismo en la conquista de América como grumete en La Niña) no era positiva y no quería un regreso a un escenario de ese tipo. Al parecer y por lo poco que leía y escuchaba el siglo XXI no prometía grandes mejoras.
Desesperado, dejó el biberón de café a medio sorber y gateando sobre el mostrador accedió al afilado cuchillo jamonero (sí, este le pareció mejor que el dentado e inofensivo panadero). De nuevo, colgado del paño de cocina que pendía del tirador de la puerta del fregadero, repitió su impecable técnica de rappel según había visto en “Al Filo de lo Imposible”… bueno, su aventura asesina también tenía algo de filo… mucho de filo pensaba él… pero de imposible nada, era tremendamente real.
Gateó pasillo adelante, tanteando las paredes con su pequeño pie derecho envuelto en el pijama de felpa tatuado por doquier de ositos, patitos y otras zarandajas. Alcanzó la puerta de la habitación y allí dormían sus padres… ¡Un momento! Su padre no estaba… maldita sea se dijo a sí mismo el pequeño y pérfido bebé… ¿Papá? ¿Dónde coño está mi papi? No puedo culminar el asesinato sin él… y en esto estaba cuando “bang”, su padre apareció tras él y le sacudió un certero sartenazo en el occipucio que le dejó literalmente KO. El niño fue entregado al Orfanato Sisters of Mercy de Manhattan y nada más se ha vuelto a saber del bebé. Los padres continúan en paradero desconocido, asustados ante tan tremenda aventura.
11 comments:
OUI Merci tout va assez bien ici. Mais toi alors tout va bien aussi.
La je vais fermer les volets et la soirée va commencer
Je t'embrasse
B
I
S
O
U
Bonjour France!! C'est superbe que tout va bien!! J'envie le cheminee de votre maison!!
Bis. Antonio (Zaloette)
Zaloette interesante relato el que nos muestras
Gracias por sembrar sus maravillosas palabras en su comentario
Un Cordial Saludo desde Creatividad e imaginación fotos de José Ramón
Muy bueno Antonio, esta vez te has superado... Quiero la segunda parte sisisisisisis. Buenas noches y gracias por sacarme una sonrisa. Lo peor es que segun la hora que es pueda imaginar que el bebe se acerca jejejejeje.
Menudo bebé amigo Zaolette, que mundo, je, je, la imaginación al poder.
Un abrazo,
Serge
Buenos días José Ramón, espero que te haya gustado el relato... ya ves, formas que tengo de escribir para conseguir una sonrisa. Si lo he hecho, ese es el objetivo.
Un abrazo. Antonio (Zaloette)
Buenos días Lola,
Agradezco de corazón tu comentario. Pues sí, espero te haya gustado. De nuevo debo retomar las cartas de Safari jejejeje.
Besos. Antonio (Zaloette)
Genial tu visita Serge!! Espero te haya arrancado una sonrisa. Un abrazo. Antonio (Zaloette)
muy entretenido Antonio, ¿¿una mezcla de pesadilla causada por el cansancio y/o pura ficcion?? me ha recordado a los relatos de Ernst Wilhelm Heine en "Kille Kille"... un abrazo...
Genial tu visita Jorge. Espero que te haya gustado y haya conseguido una sonrisa. Bueno, de vez en cuando leer a Ray Bradbury activa mi Musa!! Un abrazo. Antonio (Zaloette)
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