Pues hoy he vuelto a dejar a Marquitos en la guardería… ya iba con fundadas sospechas… ha sido llegar a la puerta de la prisión y ha empezado a cantarme las cuarenta… si supiera sostenerse sobre sus dos piernitas de buena gana me habría dado dos “yoyas”… y le entiendo… soy un padre blandengue… la verdad es que he salido con el alma por los suelos, pero claro, si el tío no pidiera postre, pues aún podríamos prescindir de uno de los curros… pero come como si se fuera a acabar el mundo.
En definitiva, un desastre… espero que no me odie mucho cuando le vaya a recoger a las 1500. Habrá que dedicarle unos mimos esta tarde y llevarle a la piscina para olvidar… yo para conseguir lo mismo me tomaré un patxarán.
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