Sunday, 23 November 2014

De Padres e Hijos Ante la Enfermedad

Regreso al blog, un momento dedicado a volcar pensamientos y formas de hacer sobre asuntos que han sucedido en el último mes en la familia.

El pasado 26 de octubre, día de cumpleaños de mi madre, me llamó sobre las 11.30 para comentarme que regresaban de urgencias, mi padre tenía un fuerte dolor en el pecho y el brazo izquierdo. Aunque no vieron nada incorrecto, les indican que se dirijan a las urgencias del hospital grande y cercano a casa. Les acerco al mismo, y tras unas horas siguen insistiendo en que no sucede nada malo, se trata según dicen de un problema muscular.

Volvemos a casa, quiero pensar ahora, con menor preocupación, aunque eso no sea del todo cierto. Celebramos el cumpleaños en familia, jugamos con los peques y mi padre antes de la comida se marcha él solo a comprar una gran tarta de chocolate. La verdad es que aunque nos habían confirmado que se trataba de un tema muscular, en casa estámos preocupados por si no es sólo un tema trivial y esperamos su vuelta pues pasa un buen rato hasta que vuelve a casa.

El lunes 27 todo transcurre normal, cada uno en sus asuntos, mi mujer al cuidado de la pequeña, mi hijo en su colegio y yo en el trabajo. A mi regreso, hablo con mi padre (suele ir diariamente a la piscina) y le pregunto por el día. "Todo bien", asegura, aunque no ha ido a la piscina, prefería estar tranquilo (intuye problemas, ahora me queda claro)

De madrugada (lunes 27 a martes 28) mi madre me llama (02.30 creo recordar), y me pide el teléfono de un taxi. Estoy desconcertado, le doy el teléfono y le pregunto que si subo a buscarle. Me comenta que no, que se trata de nuevo de algo muscular seguramente. Le pido me llame desde el hospital y así lo hace media hora más tarde para decirme que ya está en el box y que mi padre tiene una taquicardia. Bueno, hasta aquí todo medio bien, comentamos ella y yo que seguro se debe a los nervios de verse en esa situación... comento si debo acercarme pero estoy muy cansado, mi hija se despierta con frecuencia para las tomas nocturnas (sólo tiene 3 meses). Decido quedarme en la cama, a la espera de más información por parte de mi madre.

Pasa media hora más, vuelve a llamarme y esta vez se confirma lo peor. Yo hace un rato acabo de sentir escalofríos... producto de la casualidad, de una noche en vela, un presentimiento o una comunicación...? Mi madre confirma que mi padre está sufriendo un infarto, le llevan de urgencia en un ambulancia al hospital de La Paz en Madrid.

No queda otra, salto de la cama, me visto aturdido y mi mujer me recomienda que coja un taxi. Estoy nervioso y duda de mi capacidad de desplazarme sin sufrir un percance. Ella llama un taxi y antes de salir por la puerta ya me espera.

Subo al taxi, le comento que me lleve al hospital Infanta Sofía donde he quedado con mi madre para recogerla y dirigirnos al hospital de La Paz. El taxista me pregunta si me dirijo a urgencias y le respondo que sí, que mi padre acaba de sufrir un infarto. El taxista responde con un "Hostias!"... lo que si cabe me alarma aún un poco más... si es que no era ya consciente de la situación.

Al llegar a urgencias, mi madre está sola en la puerta del hospital, llorando. Le comento, "vamos, llamo a un taxi y salimos para el hospital de La Paz". Me comenta que no, se ha puesto mala al recibir la noticia, una crisis de ansiedad le deja el estómago revuelto y quiere volver a casa para darse una ducha rápida. El taxi por lo tanto me deja a la puerta de mi casa, y mi madre sube a la suya. Quedo en esperar su llamada y subir a buscarla tan pronto esté lista. Yo decido "ponerme al día" y cambiarme de ropa... pero en unos minutos mi madre me llama para decirme que le acaban de llamar del hospital de La Paz y que nos esperan de manera urgente para informarnos. Mi madre afirma al teléfono "hijo, me temo lo peor".

Subo totalmente destrozado a casa de mis padres, la recojo y salimos, mi hermana viene de camino, en plena noche (deben ser las 03.40) y desde 45 km al norte de Madrid.

A nuestra llegada al hospital siguen las comunicaciones alarmantes, "suban, les están esperando". Subimos mi madre y yo, coincide la salida de mi padre del quirófano y nuestra entrada a la sala de espera. Le vemos, cansado, preocupado, asustado, pero está ahí, está vivo. El doctor sale a informanos una vez le llevan a su habitación en la UCI de cardiología. Todo ha ido bien, le han colocado un stent, las próximas 24 horas parecen críticas y queda en observación. Mi hermana llega, esperamos a que la enfermera nos permita pasar a ver a mi padre a la habitación. Entramos juntos, no nos tranquiliza verle literalmente conectado a varios monitores y cables. Echamos a llorar. Nos dejan unos minutos con él y nos explican horarios para venir a verle. Tras unos minutos, nos marchamos, sigo muy nervioso, me despido de él, no me repongo aún del susto (la mala diagnosis del domingo y los protocolos de comunicación alarmantes me siguen teniendo bloqueado y knockeado), acierto a decirle al oído "te quiero papá"...

Hoy, 23 de noviembre regresó a casa, el viernes le colocaron 2 stents adicionales. En la primera intervención ya nos comentaron que otra arteria estaba algo obstruida pero nuevas pruebas confirman que la medicación no ayuda a liberarla y deciden intervenir. El viernes 21 le vuelven a operar, le ingresan el día 20 por la tarde y comentan que será operado el tercero en la mañana. Llegamos a las 09.40 y ya se le han llevado a quirófano. Han decidido (no sabemos si priorizar o qué...) adelantar su operación. Esperamos a la entrada del quirófano. La doctora llama a los familiares de "Sánchez ..." y saltamos de los asientos para atender su llamada y explicación. Todo ha ido bien aunque le duele el pecho, lógico tras la intervención.

Son momentos críticos, como he dicho antes, malas diagnosis y comunicaciones en mi opinión inadecuadas o al menos incomprensibles para mí, me han tenido durante días, y aún me tienen desconcertado. En unas horas pasé de creer firmemente en un problema muscular a dar por muerto a mi padre (en el recorrido de casa al hospital de La Paz sin duda inicié el proceso de duelo...)

En sólo un mes mi escala de valores se ha dado la vuelta por completo... la compañía de la familia, el amor, cercanía, diálogo y atención son lo único que merece la pena. Ni un trabajo, ni el dinero, ni por supuesto miles de bienes materiales acumulados a lo largo de una vida tienen sentido. Hay decisiones que claramente no puedo tomar de forma radical, aunque mi sentido común me lo pida a voces. No puedo abandonar mi trabajo y modo de vida, no sé cómo sacar adelante a mi familia sin ese vínculo económico. No sé cómo ni de dónde obtener más momentos para disfrutar de lo que realmente importa. Quizás la acumulación de bienes me impide romper... me hacen esclavo de un modo de vida... me alejan de lo que importa... en cualquier caso, mis valores no volverán a ser los mismos, ni la materialidad ni temas ajenos a mi libre elección serán mis prioridades... sin duda, una experiencia negativa de la que obtengo un aprendizaje que transmitiré a todo aquel que me lo pida o que sea parte de mi mundo. Puedo decir que "he cambiado".