Monday, 7 December 2009

Mi psicólogo me ha dicho

Siesta antes de comer y siesta después de comer. Paso la vida durmiendo. ¿Es esto una enfermedad? Entiendo que sí, pues no hay proyecto de vida alguno ni actividad motivadora que aguante tal ritmo de somnolencia perenne.

Es extraño cuando me despierto cada noche a las cinco de la mañana. ¿Por qué esta falta de sueño? No la entiendo… ¿tiene alguna relación con mi nula actividad diurna que discurre entre mullidos sofás y cómodos sillones? Posiblemente, pero como mi psicólogo me ha dicho que sólo haga lo que quiero y resulta que nunca he querido hacer nada, pues esto es lo que hay… así que dejaré que los días pasen, seguiré durmiéndome en todas las posturas y sitios que pongan al alcance de mi necesitado reposo corporal y a seguir para adelante, que la vida son dos días y yo me los paso durmiendo.

Mientras tanto eso sí, tomaré un café que creo que viene bien para que el sueño vuelva a mi mente… no se donde lo escuché pero estoy seguro que favorece mi sueño, pues no olvidemos que remo contra corriente… ¿recuerdan? ¡Sí hombre! Es lo que me ha recomendado mi psicólogo… que reafirme mi personalidad y reivindique mi lugar en el mundo haciendo sólo lo que me apetezca… y sinceramente nunca me apeteció hacer nada…

De paso voy a ver si convenzo a mi hija y la meto en algún psicoanálisis. La veo alterada últimamente… ¿seré yo quien la altere? No, no lo creo, mi psicólogo me ha dicho que haga lo que quiera y que sea egoísta, así que no creo que por seguir las pautas de mi psicólogo a pies juntillas esté perjudicándola. Bueno, y por si acaso, tengo que seguir con mi idea de meterla en algún análisis psicológico de grupo… es sabido que el mundo está lleno de tarados e imbéciles así que no será difícil encontrar un equipo de seres sonámbulos donde pueda inculcarla y transmitirla mis trastornos del sueño. ¡A fin de cuentas, estoy seguro que es la solución! Para mí lo ha sido… ¿Quién me lo iba a decir? El truco era mirarse el ombligo y hacer sólo lo que me apetezca. No hay duda que gracias a eso el mundo ha avanzado hasta nuestros días, gracias a que cada habitante que ha pasado, pasa y pasará por este mundo ha venido haciendo, hace o hará lo que le salga de los cojones porque sus psicólogos así se lo hicieron, hacen y harán saber.

El caso es que a veces pienso que esa idea de mi psicólogo no es del todo correcta… pero claro, cuando esa descabellada idea llega a mi mente, debo volver a mi nueva sesión psicológica, y así, de un certero golpe de media hora, me deja claro que estoy equivocado, que debo seguir haciendo sólo lo que me apetezca… e insisto en el “sólo”.

Por lo tanto, el marido de mi hija vuelve al trabajo, momento que supone la liberación absoluta del sofá, momento en el que despierto como un resorte, y ante la terrible visión de la TV apagada, pregunto por dónde estará mi mando… ante su falta de respuesta lo encuentro en un sillón… me tumbo tan largo cuan soy en el sofá dada la ausencia de este pobre hijo mío y vuelvo a encender la TV mientras cierro los ojos, me vuelvo a quedar desnucado en el sofá y evito la posibilidad de que él se despida pues he vuelto a caer rendido en mi eterno sueño. ¡Victoria al fin! He vuelto a superar la prueba, marcaré mi práctica recién cumplida en el cuadernillo de mi psicólogo, para mostrarle esta semana que sigo sus recomendaciones tal cual me las receta, pero hasta que llegue ese amargo momento en el que deba incorporarme a registrar mi nula y productiva (por jodida y porculeante) actividad en el cuadernillo, seguiré haciendo lo que me sale de los cojones, porque recuerden, me lo ha recomendado
mi psicólogo.

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