Hoy, de nuevo, me acerqué a la oficina en coche. Aproveché para dormir un poco más tras la marcha de mi mujer al trabajo, y así permitir que el pequeño alargara su descanso, como premio, pensaba yo, a la noche tranquila que nos ha dejado disfrutar.
Llevé el coche al taller para cambiar las ruedas... alguna parece gastarse antes que otras, y de cara al invierno y al "tute" de montaña y nieve que solemos darle, me parece conveniente revisar con cariño nuestro vehículo, así que paseé desde el taller a la oficina, sin pausa pero sin prisa, disfrutando ahora sí de las frescas mañanas de estos días en Madrid.
Ya en la oficina, trabajé en la gestión de las evaluaciones de proveedores, lancé un par de proyectos tecnológicos de menor importancia y participé en el seguimiento de un proyecto bastante relevante. Pensaba regresar a casa a la hora de comer pero fue imposible, pues ni tenían mi coche preparado, ni mi tarde se presentaba relajada, así que comí solo en un restaurante donde puedo decir que soy un viejo conocido. Disfruté unas patatas revolconas, una tira de costillas al horno, natillas, vino tinto y gaseosa y un descafeinado antes de volver a la oficina. Después caminé un rato y me senté en un pequeño parche verde, bajo la sombra de un árbol, pensando en todo y en nada... en que mi peque estaba cerca de allí en la guardería, en que podría ir a buscarle y continuar el resto de la tarde junto a él, en si algún conocido de Francia podría ayudarme a contactar con potenciales clientes para mejorar sus páginas web... y recordé el programa de EM centrado en Noruega... y sobre todo deseé viajar (Estocolmo, Pau, Hondarribia... sitios sin aparente conexión) y disfrutar de un invierno gélido.
Y, entre medias, finalicé la lectura del libro "En la Carretera" de Jack Kerouac, uno de los autores de la llamada "Generación Beat". Desconozco la razón del término, aunque adivino que puede estar relacionado con la tremenda ansia de vida de los autores de la citada generación. El libro es brutal, dinámico a más no poder, ansioso de movimiento y acción. Me trajo a la memoria la historia de Alex Supertramp, aquel jóven idealista que deja atrás su "cómoda" vida para recorrer USA y morir en Alaska (cerca de Fairbanks) en busca de una más íntima relación con la Naturaleza y de su propio ser. La historia tomó forma en el film "Hacia Rutas Salvajes" sobre el que creo haber escrito ya. Es una de mis películas favoritas, y la disfruté con mi mujer en un pequeño cine alejado del circuito comercial, en la calle Fuencarral de Madrid.
Sin embargo, Jack Kerouac se rodea de amistades "peligrosas", al menos tan alocadas como él. Todos son tipos ansiosos por la vida, deseosos de conocer, boquiabiertos ante quien tenga que hablar sobre hechos nada comúnes. Muy recomendable la lectura, sobre todo si alguna vez has ponderado dejarlo todo y salir corriendo.
Y de vuelta a mi vida, tras el descanso en el jardín a la sombra de aquel árbol, regresé a la oficina, donde cerré un par de pequeñeces y dí por finalizado el día. Salí, recogí el coche y me encontré con mi mujer y mi peque. Fuimos a la piscina cubierta cercana a casa, y tras la cena, limpieza de emergencia con el vómito del pequeño.
Ahora, mientras mi mujer duerme en el sofá, y sin tener claro a qué dedicarme... bueno aunque sí estaba claro que no a ver la TV, he ojeado varios libros de fotografía sobre Francia, sobre el Pirineo, releo una breve historia de Kafka y algún artículo de esquí en una revista especializada, y ahora sí, "I can call it a day" con estas líneas.
2 comments:
Un buen día.....
Antonio me gusta como te quedó el nuevo diseño de la página, las amapolas son una flor especial para mi, delicadas...hermosas.....fragiles y a la vez duras y eternas...... Besos desde Jaén
Buenos días Lola,
Estaba cansado del color oscuro que tenía el Blog... era aburrido y no creo que animase a leer nada.
Una ventana de aire fresco Lola!
Gracias y besotes,
Antonio
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