Regreso a la oficina esta tarde. Me esperan unas extensas conferencias con América en las que espero solucionar temas de cierta relevancia.
Mi vuelta la hago en tren, recorrido que aprovecho para intentar finalizar la lectura del libro “Yo, etcétera”, de la autora Susan Sontag, pero no es tarea fácil, aunque a diferencia de las conferencias con América, ésta, por cuanto tiene de actividad voluntaria, puedo dejarla en cualquier momento, y creo que ese instante ha llegado.
Literatura polifónica llama a esto su autora, relatos donde múltiples y contradictorias voces se entremezclan y enfrentan, despistando al lector (al menos a mí) hasta el bostezo… me estoy desviando de la razón de esta entrada así que por seguro he provocado tu suspiro.
Decía líneas arriba, que regresaba en el tren a la oficina, cuando una mujer joven, de apariencia descuidada, ofrecía a cada viajero la posibilidad de estampar su firma en un documento. El mismo estaba encabezado por un logo que hacía referencia a una desconocida (al menos a mí… y van 2) organización pro-derechos de alguien (desconozco el destinatario de la ayuda y más que desconocer, desconfío de la llegada de la ayuda).
El caso es que he querido pensar que mi firma iría a venderse a algún desaprensivo cabrón con la idea de usar la misma junto a mi identificador de DNI para quemar alguna tarjeta bancaria o sabe Dios qué. Sea cual sea el oscuro objetivo que he creído adivinar, por un momento ha cruzado mi mente la idea de limpiar estas enormes ciudades y sus desaliñados medios de transporte colectivos de la miríada de personajes que pululan ofreciendo mecheros, solicitando firmas, y otros similares, pero la realidad es que al siguiente instante se ha cruzado por mi mente un pensamiento contrario (pensamiento polifónico que definiría mi buen amigo Zaloette tras su intento de lectura de Ms. Sontag), y he pensado que sin lugar a duda, mientras que el relativamente cómodo entorno en el que convivo no es más que un golpe de buena suerte, quizá la suerte contraria ha hecho caer a estos personajes en modos tan dispares y a mi parecer tan precarios para ganarse la vida.
Por lo tanto, mis mejores deseos para la buena suerte.
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