Tuesday, 25 May 2010

Recuerdos de Josetxu

“Supe” de Josetxu hace un año, mientras viajábamos mi mujer y yo junto con mis suegros a Saint-Jean-Pied-de-Port, pequeño pueblo del sur de Francia.

Tenía ganas de visitar los valles más “tibios” del Pirineo Francés y por aquel entonces deseaba (y sigo manteniendo el deseo) adquirir una modesta vivienda en un valle que me permitiera disfrutar de mi escenario favorito (la montaña) y contar con una verde y frondosa parada en mis viajes a la nieve francesa.

Mi suegra, desde al asiento del copiloto hablaba con Josetxu al teléfono, pues ante la inminente operación de él, le había contactado para saber de su estado de salud y ánimo. Desde ese momento, y sin conocer la razón, decidí llamarle “Josepo”. Digamos que ahí se inició la relación de amistad con este señor, al que no conseguía poner imagen a pesar de las diversas descripciones físicas y humanas que mi familia me ofrecía.

Un par de meses después, y con motivo de nuestra visita a Riaza, pude conocerle en persona, y tras esperarle en el Rasero, venía a buen ritmo, mochila a la espalda y fiel can a su lado derecho, me presentaron a Josetxu.

Desde esa fecha hemos compartido casi todos los fines de semana, bien un vaso de vino en La Fonda, una cerveza en La Tertulia o cualquier otro grato pero breve momento (acaso siempre sean breves los gratos momentos) en cualquiera de los pequeños mesones que rodean la plaza de esta coqueta villa situada a los pies de la Sierra de Ayllón.

En invierno comentábamos mi gusto por el esquí, pues siempre coincidíamos tras mi jornada en La Pinilla, mientras que en primavera nos veíamos en cualquiera de las fiestas de Semana Santa que tienen lugar en Riaza. Sea como fuere, siempre tenía un consejo, pues era un tremendo conocedor de la villa, fiestas, costumbres y sitios donde merece la pena ir.

Hace dos fines de semana nos comunicaron que Josetxu estaba muy grave y que había sido hospitalizado. Unos días antes habíamos compartido una caldereta, organizada con motivo de la festividad de San Gregorio, patrón del Ayuntamiento de Riaza, y pasamos sinceramente un muy buen rato junto a parte de su familia y su perro Ortzi, fiel compañero de sus abundantes paseos por el monte. Pensábamos erróneamente que la enfermedad tendría origen en su débil corazón, pero no fue así. Una desgraciada caída le provocó un fuerte golpe en la cabeza que desembocó a su vez en diversos derrames cerebrales.

Su posterior y urgente traslado a Bilbao para someterle a una operación no tuvo el éxito deseado y así el pasado jueves recibimos la llamada en la que nos informaban de su muerte.

D.E.P. Josetxu, con quien hemos compartido muy buenos momentos, de los que confiaba haber disfrutado mucho más. Espero que allá donde se encuentre, disponga de una pequeña ventana desde la que observe Riaza, lugar que estoy seguro era su pueblo preferido, al que nos ha inculcado su cariño, pues desde el primer momento y de su mano comprendimos la belleza de esta región.

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