Thursday 8 April 2010

Premeditación y Alevosía en el Sector Inmobiliario Español

Voy en mi coche, tranquilo, relajado, al menos tanto como el intenso tráfico de Gotham City Iberia me permite, atento a todos los movimientos que se suceden alrededor del tecnológico habitáculo en el que me encuentro, que no son pocos.

Espero el cambio del semáforo, cuya luz roja me recomienda un alto en el camino, so pena de no dar importancia al hecho de aumentar las probabilidades de muerte por arrollamiento de un enorme camión cinco ejes en pleno centro de la ciudad o lo que sería peor, someterme a la más degradante humillación inflingida por algún taxista maleducado de los que abundan en esta ciudad.

El muñequito verde que indica a los peatones la posibilidad de cruzar de acera con las menores probabilidades (¡haberlas “haylas” pero se reducen de manera ostensible últimamente señores!) de ser atropellados comienza a parpadear, hecho que marca el fin del permiso de cruce con atropello subvencionado, y de repente, ¡zas!, aparecen dos tipos corriendo, uno de ellos con una aparatosa funda donde guardar una guitarra española de seis cuerdas; pero no es así, o al menos yo no lo veo tan claro, y en esas décimas de segundo elaboro mentalmente una feliz historia, donde el presunto guitarrista es un profesor de música de chicha y nabo, y ha sido citado a ciegas por su cliente, quien contactó con él para disfrutar de unas clases de guitarra por sólo ocho euros la hora en su propio domicilio.

Pero hete aquí que el tal profesor es un criminal a sueldo, y el cliente es un pobre comercial inmobiliario, sector muy venido a menos en esta especulativa ciudad, origen de su actual situación de desempleo.

Tan pronto ambos entran en la urbanización donde reside el cliente, el supuesto docente desenvaina un sub-fusil Marietta M10 semiautomática y le encaja disparos a su cliente hasta en el carnet de identidad (imagino aquí el hecho de forma literal pues llevaba la cartera junto a su pecho). El pobre Vicente, niño repelente en su lejana infancia, cae al suelo por lo tanto completamente fiambre.

¿Por qué?, se preguntarán Uds. ¿Dónde está la razón de tan macabra actividad? ¿Acaso no era Vicente merecedor de unas clases a tan módico precio? Pues tras hablar con el matón, parece ser que no, pues Vicente, ex-agente inmobiliario, le había vendido un piso al menos un 20% por encima de su precio de mercado a Mr. Graham, fácil víctima guiri que adquirió el apartamento sin conocer al detalle las fantásticas y enrevesadas tramas urbanísticas ibéricas.

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