Tuesday, 9 March 2010

De Madrid al Cielo

Hace bastantes años, tantos como han pasado desde los primeros de la década de los 60, tras las distintas reconversiones industriales llevadas a cabo por el gobierno de la época, muchos españoles emigraron a Europa con el objetivo de obtener mejores condiciones laborales, y en la mayoría de los casos, simplemente “alguna condición laboral”.

Aquellos emigrantes que eligieron Alemania como su país de destino soñaban día a día con poder regresar a su terruño conduciendo un flamante Mercedes (afortunadamente para mi persona, mis progenitores disponían de miras más amplias y no soñaban con un Mercedes, pero sí "simplemente" con una vida mejor) .

Pues bien señores, los amantes de las antiguas y arraigadas costumbres provincianas estamos de enhorabuena, pues ahora, en conmemoración de aquellos Héroes, muchos de los rústicos que abandonan sus provincias en busca del Dorado Madrileño, adquieren sus Mercedes en la Gran Capital, de la que regresan triunfales cada fin de semana a pisar boñigas en sus respectivos pueblos natales.

Y yo, sin ser de pueblo pero deseoso de lograr esa condición, sería capaz de calzarme unas sandalias y echarme al monte mal vendiendo mi Mercedes por un precio irrisorio con tal de disponer de accesibles paseos por el monte y ante todo de una menor concentración de almas por kilómetro cuadrado que tan borreguil me parece.


Porque… ¿no es cierto que al fin y al cabo en Madrid no atamos los perros con longaniza, a pesar de que estos señores de provincias adquieran sus lujosos Mercedes en esta ciudad-vertedero?

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