Regresando a mi perenne gozo por el viaje, y tras haber concluido la lectura del libro “El Infinito Viajar” del literato Claudio Magris, he considerado “verter” algunos pensamientos adicionales a los ya reflejados en la entrada “Nómade”.
http://zaloettepix.blogspot.com/2010/03/nomade.html
Mi gusto por viajar me viene dado, sin sospecha alguna, por su concesión de una vida de autosuficiencia y libertad, de una existencia completa, de absoluto disfrute de mi presente sin malgasto alguno, sin urgencia por lo tanto en el agotamiento del momento y sin necesidad de logro de otras metas.
Mis recorridos presencian en todo momento múltiples interrupciones, paradas, merodeos y desviaciones espontáneas, suspendiendo el paso del tiempo a aquello que la vida traiga a bien ofrecerme.
Al viajar soy vagabundo, extranjero y huésped caminando mundo y elaborando mi propia personalidad, confección que se me niega diariamente por la modernidad del mecanismo del que formo parte en la sociedad actual.
Mis viajes tienen un único rumbo hacia delante, rectilíneo, infinito, sin atender al regreso.
Como viajero, me proyecto hacia delante, sin acarrearme a mí mismo al completo, destruyendo con cada viaje emprendido parte, sino toda, de mi identidad anterior (“Lâchez tout”).
Cada viaje vuelve a demostrarme que los paisajes y cultura que entendía diferentes me son tremendamente familiares.
Moviéndome en el espacio, desviándome de la ruta según mi libre determinación creo desplazarme en el tiempo, suspendiendo su paso, aunque asumiendo con cabeza que antes o después ese lapso de tiempo se volcará sobre mí.
En definitiva y como cita Claudio Magris, ¡vivir, viajar, escribir!
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