Friday 12 November 2010

Safari (día 10)

Día 10

Mi trufita,

Sí, lo sé, ayer no pude escribirte pero da igual. Sí, lo siento, estoy algo sensible con el tema pero verás, no están siendo días inolvidables precisamente… o bueno, quizá sí lo son pero desde luego no por la buena suerte que parece habernos abandonado definitivamente.

Ayer rodeamos el terrible peñasco del que te hablaba para descubrir que la única vía posible de escalada era la que teníamos frente a nuestras narices desde el primer momento. Fueron ocho horas de paseo baldío y estéril, en el que además el sol parecía acompañarnos todo el rato siguiendo nuestro recorrido por la periferia de la mole de piedra.

No fue hasta pasado el mediodía cuando nos enfrentamos a la escalada. Hugo fue delante de mí preparando el terreno, fijando hierros y asegurando cuerda. Me dijo que confiara en él así que eso fue lo que hice claro, al menos hasta el momento en el que quedó pendiendo de una de las sujeciones y logró recuperar la posición horas después. Ahora tengo cada vez más claro que este tipo es realmente un estúpido. No se lo he dicho así, claro está, pero ya empiezo a insinuarle mi opinión y yo creo que antes de una semana se lo habré dicho abiertamente, sin tapujos.

En fin, después de la experiencia de caída libre le sustituí en el liderazgo del ataque a la cima. Ni qué decir que no hay color; desde el mismo primer minuto en el que tomé la iniciativa todo fue de maravilla. Alcanzamos la cima en una hora, tiempo inimaginable de haber sido él quien hubiera coordinado el ataque.

Te preguntarás por las fantásticas fotos que íbamos a realizar desde la atalaya, ¿verdad? Bueno, pues fue completamente imposible. Hugo comentaba que en estas latitudes jamás llegaba a lloviznar durante más de media hora cada seis meses. Pues nada más alejado de la realidad. Estuvo lloviendo desde nuestra llegada al punto más elevado del peñasco y hasta que decidimos descender, momento eso sí en el que milagrosamente dejó de llover por completo. Por lo tanto, foto ni una. Sí, lo sé, el reportaje avanza a paso de tortuga después de una semana aquí pero es lo máximo que he podido conseguir.

Bueno mi niña, no hay mal que por bien no venga, así que quizá decida ampliar mi estancia en la región, lo que debería darte la oportunidad de escribirme al menos un par de cartas más.

Se despide por el día de hoy tu decepcionado Andy.

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